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El sentido de la vida, bueno... un extracto...

domingo, abril 20, 2008 - - 0 Comments


Según escribió Jung, una sincronicidad es una forma de conexión entre fenómenos o situaciones de la realidad que se enlazan de manera acausal, es decir, que no presentan una ligazón causal, lineal, que responda a la tradicional lógica causa-efecto.

De Jung he leído que dicen que se volvió loco hacia el final de sus días. La verdad, le comprendo perfectamente. Lo que he vivido desde hace meses es para perder los estribos. He intentado negarlo muchas veces. Me he dejado convencer muchas veces. Ahora tengo que hacer lo único que sé hacer: Hablar conmigo mismo y ordenarme. Por primera vez escribo para mí mismo, para probarme que no estoy loco. Para que, la próxima vez que esté a punto de dormirme de nuevo, pueda leerme y mantenerme despierto.

Mantener la cordura



"Tengo una capacidad empática impresionante. A mí, que soy el que la sufre, me jode un buen. Veo una desgracia y soy capaz de sentirla en mis carnes como muy poca gente puede. Quizá sea un don, pero a mí me parece una jalada. Si te haces un corte en un dedo, me dolerá más a mí que a ti. Si te falta un brazo, la versión de tu vida que imaginaré será tan trágica que me tendrá dos días sin dormir, si algo te duele me duele en terminos muy joditivos un demasiado. Y la verdad es que es algo increíblemente insoportable, algo que a temporadas incluso me ha consumido la salud animica y tal vez fisica. Es algo tan tremendo que hace tiempo que tuve que decir basta, o por lo menos intentarlo"

No estaba equivocado. Siempre he sentido que he cargado con toda la pena del mundo. Desde la última planta que moría en el último jardín hasta la última persona discapacitada, todo era culpa mía. He empezado a llorar por todo eso. En las últimas 24 horas he roto a llorar una docena de veces, y he tenido que interrumpir a alguien para que dejara de hablar otras tantas porque no lo podía soportar. Es un llanto desconsolado pero interno, un llanto sincero, un llanto reparador. Me estruja el cuerpo y hace que mi pena aflore en forma de lágrimas pequeñitas por mis ojos, de esas que se pueden limpiar facilmente sin que alguien llegue a percibirlas. Después me siento mucho mejor. Me está permitiendo purgar toda mi responsabilidad con el mundo.

Puedo ir por la calle caminando como acostumbro, observando a las personas conocidas y desconocidas, tal vez solo recordandolas pero siempre llevo un analisis en mi cabeza que versa mas o menos en este tono:

Él/ella lo sintió cuando le regaló la vida a un pájaro, cuando dejó de acudir a una reunión de trabajo sintiendo su compromiso con la vida. Pero más tarde se dejó volver a caer en el sopor. Aunque sé que sólo está cogiendo más fuerzas, como ha hecho otras tantas veces, me siento obligado a recordarle que cada vez que se deja morir, yo me dejo morir. Que yo soy él/ella, que el/ella es yo, y que nosotros somos ustedes y somos todos. Y que dejarnos morir es dejar morir a la raza humana. Y que, aunque seamos una mierda, aunque seamos la última gota del último mar del último océano, somos todo lo que hay. Las10 cuadras más largas y a la vez más cortas de mi vida, de camino a mi casa.


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