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Afortunadamente existen gustos para todos y me tope con esta breve reseña de 3 peliculas que espero no toparme en el futuro y no por moralizar el porno o el gore sino por el obejtivo de las mismas. No es sexo coprofagico entre jabalies y enanitos con sindrome de down ni nada que pinte de ese azul pero creo que el objetivo de estas tres peliculas y su desarrollo es bastante retorcido hasta para quienes tienen un exceso de imaginacion, no soy moralista eso que quede claro, solo es que en lo personal no las concibo desde un perfil cinefilo... menos las disfrutaria ¿Pero quien sabe lo que hace un buen film? Les dejo la reseña y los creditos a Mariano González.

(y pensar que yo aun no nacia cuando ya se concebian estos conceptos)


Hardgore, 1974



La década del setenta fue quizás la época de oro del cine porno. Las salas dedicadas a proyectar películas triple X comenzaron a dejar el lugar de marginalidad que mantenían desde principios de siglo y, no sólo eso, los directores se consideraban artistas y las actrices empezaron a gozar (créanme, que no hay doble sentido) de los beneficios de una industria organizada.
En ese contexto a un grupo de productores se les ocurre filmar una mezcla de cine gore (películas donde abunda la sangre) y porno. El resultado es un delirio que produce incredulidad y risa a quien tenga la suerte de verla.

La historia se refiere a una mujer que, preocupada por su ninfomanía, se interna en una clínica que le promete una curación. Pero, hete aquí, que todo es una pantalla, ya que, en realidad, el edificio es el centro de operaciones de una secta satánica!.

Las imágenes son una sucesión de escenas de sexo que culminan con mutilaciones o actos sádicos.
Una ingenua enfermera, por ejemplo, aprovecha un momento de soledad para probar un vibrador (de los antiguos, que funcionaban conectados a un enchufe), pero una golpe de corriente hace que la pobre sea electrocutada, casi en el mejor momento.
A continuación observamos como un grupo de hombres vestidos con capuchas llevan a cabo una orgía. Con algunos detalles escabrosos, la cabeza de una de las mujeres esta metida en una guillotina. Obviamente, durante el acto sexual es decapitada.

Para terminar, una escena que debería figurar en los anales (tampoco hay doble sentido) del surrealismo. Una joven es atada contra una pared por...penes voladores!. Si, leyeron bien; como si se tratara de unos diminutos aviones, los miembros bajan en picada y descargan toda su artillería contra la susodicha. Que forma de morir!


24 horas de sexo explícito, 1985



El brasileño José Mojica Marins es, además de un director de culto, un personaje que viste de negro, usa galera y durante años portó unas uñas kilométricas. De semejante sujeto solo puede esperarse un cine alucinado y excéntrico, con una tendencia hacia lo macabro.
Pero, por cuestiones más comerciales, incursionó en el porno. De hecho, la película que nos ocupa la realizó para poder financiar el que debía ser su próximo film de horror.

Marins decidió que 24 horas... sería una especie de alegato anti-porno. O sea, tendría todos los elementos del cine condicionado, pero buscaría el rechazo del espectador.
Para esto, el delirante director organizó un casting donde se convocaban a las mujeres más feas de todo Brasil. Una multitud de garotas horribles desfilaron ante los ojos de Marins, que seleccionó unas cien para la película.

El argumento gira en torno a un desafío entre dos amigos, que apuestan quien de los dos es capaz de tener sexo con mayor cantidad de mujeres en un lapso de 24 horas.
A tal fin, utilizan una cabaña cerca de la playa y contratan a un gay para que haga de jurado. Luego se lanzan a la caza de mujeres que, por supuesto, no es necesario que sean muy agraciadas.
El resultado de la competencia es un desfile por la cama de ambos de un ejercito de horrendas mujeres, que parecen expulsadas del planeta de los simios.
Para colmo, la orgía se descontrola y se llegan a incluir un pastor alemán (en la primera escena de bestialismo del porno brasileño) y hasta un caballo!

La película tuvo un éxito increíble, se editó en video en Brasil con el título: 24 horas de sexo ardente y generó una secuela dos años después llamada: 48 horas de sexo alucinante.


John Bobbit uncut, 1994


Mas de uno recordará la historia del marine John Bobbit y de su celosa esposa Lorena, que fue en su momento, una casi inagotable fuente de chistes y comentarios de todo tipo.
Para quien no lo tenga en la memoria, la historia podría resumirse así: John Bobbit era un soldado americano que estaba casado con una mujer ecuatoriana. Parece ser que la esposa, harta de las noches de juerga de su marido, no tubo mejor idea que mientras dormía cortarle el pene con una tijera. Luego salió de la casa y arrojo el miembro a un costado de la ruta. Increíblemente el pene fue encontrado por alguien y le fue reimplantado tras una operación al desesperado marine.

Convertido en una celebridad, John Bobbit asistió a una fiesta donde conoció al productor y leyenda porno Ron Jeremy, que le propuso filmar su historia. Se dice que Bobbit cobro un millón y medio de dólares por hacer de sí mismo.
La actuación de Bobbit es de lo peor, pero la gracia estaba en ver como había quedado su fusil luego de pasar por tan traumática experiencia. Jeremy no se equivocaba, John Bobbit sin cortes, tal su irónico título, fue el video porno mas vendido de la historia.

La gente podía ver que no había ningún truco, la cámara tomaba con claridad la cicatriz que había quedado de la cirugía y Bobbit ,como un Frankestein del porno, se movía con menos gracia que un caño de cemento.
Sobre el final de la película, Bobbit, en un alarde de honestidad brutal, mira a la cámara y declara: “miren, no sé cuanto va a durar mi fama, pero bueno, mientras dure voy a disfrutarlo, no?."
Tenia razón luego de que la novedad pasara, Bobbit filmo un par de películas mas y luego se retiro del negocio.