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Paroxismo 1 - La caza del Snark

miércoles, julio 16, 2008 - - 0 Comments


Paroxismo primero

El desembarco


 
¡Buen sitio para el Snark! -gritó el Hombre de la Campana, mientras desembarcaba con cuidado a la tripulación. Sostenía a sus hombres sobre la superficie, asidos por los cabellos, cada uno con un dedo-. ¡Buen sitio para el Snark!, ya lo dije dos veces, esto podría bastar para animarles. ¡Buen sitio para el Snark!: ya lo dije tres veces. Y lo que digo tres veces es verdad.

La tripulación completa comprendía: un camarero, un vendedor de bonetes y capelinas, un abogado, para zanjar sus diferencias, un ropavejero práctico, para evaluar sus bienes.

Un Apuntador de Billar, de habilidad sorprendente, hubiera bastado tal vez para esta función, pero un banquero, conseguido a costa de grandes gastos, administraba sus finanzas. Había también un Castor, que se paseaba sobre el puente, o tejía encaje sentado sobre el castillo de proa, y que a menudo (decía el Hombre de la Campana) los había salvado del naufragio. Aunque ninguno de los navegantes sabía cómo.

Había allí un hombre famoso por el número de cosas que había olvidado al tomar el barco: su reloj, sus joyas, su paraguas, sus anillos, y los trajes comprados para el viaje. Poseía cuarenta y dos baúles, cuidadosamente confeccionados, con su nombre claramente pintado sobre cada uno de ellos; pero, como había omitido mencionar su existencia, se habían quedado esperando en la playa.

La pérdida de sus trajes no tuvo mayores consecuencias, porque, a su arribo, tenía puestos siete chaquetas y tres pares de zapatos, pero lo peor de todo era que había olvidado totalmente su nombre.

Respondía, al llamado de "¡ Eh!" o cualquier otra exclamación: a "¡Que me cuelguen!" a "¡Rayos y truenos!", a "¡Al diablo su nombre!", a "¿Cómo se llama?", pero en particular a "¡Zingumbob!". Para aquellos que preferían una palabra más enérgica, nuestro héroe tenía, a elección, otros dos nombres: para sus simpatizantes era "Cabos de Vela" y para sus adversarios, "Queso al horno".

"Físico desgraciado, mezquina inteligencia -decía a menudo, hablando de él, el Hombre de la Campana-, ¡pero perfecta valentía! Y es eso, en resumen, lo que más importa cuando se trata de cazar el Snark".

Le gustaba molestar a las hienas, contestando a su mirada con un movimiento de cabeza impertinente; también se paseó un día, codo con codo, con un oso: "A fin de levantar su moral", explicó.

Vino en calidad de Panadero, aunque confesó, un poco tarde -y eso puso fuera de sí al pobre Hombre de la Campana-, que no sabía hacer más que Tortas de Bodas, para las cuales la materia prima, por supuesto, faltaba.

El último de la tripulación merece una mención especial, aun cuando tuviese un aspecto increíblemente estúpido. No tenía más que una idea, pero siendo ésta "el Snark"; el valiente Hombre de la Campana lo contrató en el acto.

Vino como Carnicero, pero declaró, muy gravemente, después de una semana de navegación, que sólo mataba castores. El Hombre de la Campana gimió y se quedó casi mudo de espanto.

Al fin, con voz temblorosa, explicó que no había más que un solo Castor a bordo, y que era uno suyo, domesticado, cuya muerte le sería sumamente deplorable.

Nuestro Castor, al oír esta observación, protestó indignado y con lágrimas en los ojos. ¡Que aun hasta el placer de ir a cazar el Snark no podría compensar un golpe tan terrible!

Aconsejó con vehemencia hacer viajar al Carnicero a bordo de un barco particular; a lo que el Hombre de la Campana objetó que eso no concordaba con los planes trazados para la expedición: navegar era ya un arte difícil con un navío y una campana. Por su parte, mucho temía tener que declinar la responsabilidad de comandar una segunda embarcación. Lo mejor para el Castor era, sin duda alguna, comprar una cota de mallas usada, a prueba de cuchillos: tal fue el parecer del Carnicero; y, además, asegurarse en seguida la vida en una Compañía responsable. Esto fue el Banquero quien lo sugirió, al tiempo que se ofrecía a alquilar (a precio razonable), o mejor aún vender, dos excelentes Pólizas, una Contra Incendio y la otra Contra los Danos Causados por el Granizo.

No obstante, a partir de este penoso día, cada vez que el Carnicero aparecía en cubierta, el Castor miraba en sentido contrario, y daba muestras de una inexplicable timidez.

Nota: Estas son mis notas personales sobre el primer paroxismo, todo lo que se repite 3 veces verbalmente debe de ser cierto, todos los personajes tienen oficios que comienzan con la letra B (en ingles claro) y curiosamente representan un buen sector de la sociedad economicamente hablando, el carnicero solo puede matar castores... pero no a nuestro castor que tan bien se ha portado y de tanta utilidad ha sido. 

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