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Paroxismo 2 - La caza del snark

jueves, julio 17, 2008 - - 0 Comments


Paroxismo segundo

El discurso del Hombre de la Campana


 

Al Hombre de la Campana todos lo ponían por las nubes: ¡una apostura tan perfecta, tanta desenvoltura y gracia! ¡Un aire tan solemne! Se adivinaba en él un sabio, ¡nada como la expresión varonil de su rostro!

Había comprado un gran mapa que representaba el mar, sin los menores vestigios o mención de tierra alguna; y los tripulantes, complacidos, encontraron que era un mapa que por fin todos podían entender.

-¿Para qué los Polos, los Trópicos, los Ecuadores, las Zonas y los Meridianos de ese viejo Mercator? -declaraba resueltamente el Hombre de la Campana. Y la tripulación respondía: -¡Son convenciones que no sirven para nada! ¡Los demás mapas son tan complicados, con sus islas y sus promontorios! Pero debemos agradecer a nuestro valiente Capitán -proclamaba la tripulación- el habernos comprado el mejor: ¡uno perfecta y absolutamente en blanco!

Por cierto, era encantador, pero pronto descubrieron que el Capitán en quien confiaban tanto no tenía, sobre la manera de atravesar los mares, más que una idea: la de tocar la campana.

Siempre grave y pensativo, las órdenes que daba hubieran bastado para enloquecer a la tripulación. Cuando gritaba: "¡Todo a estribor y firme sobre babor!", ¿qué diablos debía hacer entonces el timonel?

Así el bauprés a veces se confundía con el timón: lo que -como hizo observar el Hombre de la Campana- ocurre a menudo en los climas tropicales, cuando un navío está -digamos "esnarkinado". Pero el principal punto débil se reveló en la navegación de vela, y el Hombre de la Campana, perplejo y afligido, ¡dijo que "había" esperado, al menos, que si el viento soplaba del Este, el barco no corriera así hacia el Oeste!

Pero el peligro había pasado: por fin desembarcaban, con sus baúles, sus valijas y sus mochilas; no obstante, en un primer momento, la tripulación no se declaró encantada por el paisaje, que sólo era de grietas y de rocas cortadas a pico. Al ver que la moral decaía, el Hombre de la Campana, con voz musical, se consagró a repetir algunas bromas que reservaba para los tiempos de aflicción: pero los tripulantes no hicieron más que gemir. Distribuyó ponche generosamente, e invitó a todos a sentarse sobre la arena; y debemos convenir en que el Capitán se veía muy apuesto, de pie, cuando pronunciaba su discurso:

-Amigos romanos, conciudadanos, escuchadme! -Todos aficionados como eran a las nobles citas, que les devolvían la salud, lanzaron tres hurras, en tanto él vertía raciones suplementarias-. Navegamos muchos meses, navegamos muchas semanas (cuatro semanas por mes, os ruego observar), ¡pero nunca hasta aquí (es vuestro jefe quien habla) hemos capturado ni la sombra de un Snark!

Navegamos muchas semanas, navegamos muchos días (siete días por semana, admito que esto es verdad), ;pero un Snark, un verdadero Snark, para alegría de nuestros ojos, no lo hemos visto hasta ahora!

Vamos, escuchad, muchachos, que yo os repito las cinco inconfundibles características por las cuales, en todas partes, podréis reconocer a los Snarks garantizados auténticos.

Considerémoslas en su orden. La primera es el sabor, que es magro y pérfido, pero crocante, como un traje demasiado estrecho en la cintura, con no sé qué fragancia de Fuego Fatuo.

Su manía de levantarse tarde, que es la segunda, convendréis que la lleva un poco lejos cuando os diga que el Snark, muy a menudo, desayuna a la hora del té, y no almuerza nunca antes del día siguiente.

La tercera es su lentitud para comprender los chistes. Ante él, si por azar arriesgáis alguno, el Snark suspirará como un alma afligida y jamás reirá ante un juego de palabras.

La cuarta es su pasión por las casillas de baño, que arrastra consigo en cualquier ocasión. Las cree una contribución a la belleza de los paisajes, opinión discutible y sujeta a caución. La quinta es la ambición. Será conveniente describir en seguida cada especie particular, distinguiendo aquellas que tienen plumas y muerden de aquellas que usan bigotes y disponen de garras. Porque si los Snarks comunes son sumamente inofensivos, creo que es mi deber decirlo ahora: algunos son Bujúms... -El Hombre de la Campana, alarmado, calló, porque nuestro Panadero se había desvanecido. 

Nota: Sabemos que el snark posee cinco marcas diferenciadoras: tiene un sabor extraño, tiende a levantarse tarde, tarda en entender los chistes, adora las máquinas de baño y es ambicioso. Tambien sabemos que ese barco no se sabe navegar... tenemos un mapa de nada con nada y para todo.

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