Hemos vuelto, pero no aquí
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Paroxismo 3 - La caza del Snark
viernes, julio 18, 2008 - Etiquetas: eXpresion, Libros - 0 Comments
Paroxismo tercero
El relato del Panadero
Lo reanimaron con compresas, lo reanimaron con hielo; lo reanimaron con mostaza y berros; lo reanimaron con confituras y buenos consejos; le hicieron adivinanzas.
Cuando por fin volvió en sí y pudo hablar, se ofreció a relatar su lamentable historia. Ante lo cual el Hombre de la Campana ordenó: -¡Silencio! ¡También está prohibido aullar!- y muy excitado, hizo sonar su campana.
¡Fue un silencio supremo! Ningún aullido, ningún chillido: apenas, por aquí, por allá, un mugido o un gemido, en tanto este hombre a quien llamaban "¡Eh!" contaba su historia de miseria con un tono antediluviano:
-Mi padre y mi madre eran honestos, aunque pobres...
-¡Salta eso! -gritó el Hombre de la Campana, apresurado.- Una vez que sea de noche, ya no habrá posibilidades de cazar el Snark: ¡no tenemos un minuto que perder!
-Salto cuarenta años -dijo el Narrador, con lágrimas en los ojos- y llego en seguida y sin otra explicación al día en que me habéis metido a bordo del barco a fin de que os ayude a cazar vuestro Snark. Un tío, muy querido por mí, cuyo nombre llevo, me advirtió, cuando fui a despedirme…
-¡Salta el tío muy querido! -aulló el Hombre de la Campana, mientras hacía sonar rabiosamente su campana.
-Me advirtió entonces -dijo el más dulce de los hombres-: si tu Snark es un Snark vulgar, perfecto; llévatelo a tu casa por cualquier medio; puedes servirlo acompañado por legumbres frescas, y puedes servirte de él a guisa de yesquero. Puedes perseguirlo armándote de dedales, y también perseguirlo armándote de precaución, puedes cazarlo con tenedores y esperanzas, puedes amenazar su vida con una acción del ferrocarril, puedes atraerlo con sonrisas y jabón…
-¡Es de esta manera -declaró perentoriamente, abriendo un rápido paréntesis, el Hombre de la Campana-, es de esta manera, me lo dijeron siempre, cómo debe esforzarse uno en capturar los Snarks!
-Pero, oh, radiante sobrino, ¡guárdate del día en que tu Snark sea un Bujum! ¡Porque entonces, dulce y repentinamente, desaparecerás, y nunca, nunca más se te verá otra vez! ¡Y es esto, es esto lo que abruma mi alma cuando pienso en esas últimas palabras de mi tío, y mi corazón no es nada más que una escudilla rebosante de leche cuajada y temblorosa!
-"Es esto, es esto"... ¡Ya conocemos el refrán! -replicó indignado el bravo Hombre de la Campana. Y el otro respondió:
-Déjenme decirlo una vez más. ¡Es esto, es esto lo que temo! Cada noche, en las sombras, entablo con el Snark un extravagante combate de pesadilla; lo sirvo acompañado por legumbres frescas en esas escenas sombrías. ¡Y me sirvo de él también a guisa de yesquero! Pero si alguna vez encuentro un Bujum, ese día, en un instante (de esto estoy seguro), dulce y repentinamente desapareceré, ¡y no puedo soportar esta idea!
El relato del Panadero
Lo reanimaron con compresas, lo reanimaron con hielo; lo reanimaron con mostaza y berros; lo reanimaron con confituras y buenos consejos; le hicieron adivinanzas.
Cuando por fin volvió en sí y pudo hablar, se ofreció a relatar su lamentable historia. Ante lo cual el Hombre de la Campana ordenó: -¡Silencio! ¡También está prohibido aullar!- y muy excitado, hizo sonar su campana.
¡Fue un silencio supremo! Ningún aullido, ningún chillido: apenas, por aquí, por allá, un mugido o un gemido, en tanto este hombre a quien llamaban "¡Eh!" contaba su historia de miseria con un tono antediluviano:
-Mi padre y mi madre eran honestos, aunque pobres...
-¡Salta eso! -gritó el Hombre de la Campana, apresurado.- Una vez que sea de noche, ya no habrá posibilidades de cazar el Snark: ¡no tenemos un minuto que perder!
-Salto cuarenta años -dijo el Narrador, con lágrimas en los ojos- y llego en seguida y sin otra explicación al día en que me habéis metido a bordo del barco a fin de que os ayude a cazar vuestro Snark. Un tío, muy querido por mí, cuyo nombre llevo, me advirtió, cuando fui a despedirme…
-¡Salta el tío muy querido! -aulló el Hombre de la Campana, mientras hacía sonar rabiosamente su campana.
-Me advirtió entonces -dijo el más dulce de los hombres-: si tu Snark es un Snark vulgar, perfecto; llévatelo a tu casa por cualquier medio; puedes servirlo acompañado por legumbres frescas, y puedes servirte de él a guisa de yesquero. Puedes perseguirlo armándote de dedales, y también perseguirlo armándote de precaución, puedes cazarlo con tenedores y esperanzas, puedes amenazar su vida con una acción del ferrocarril, puedes atraerlo con sonrisas y jabón…
-¡Es de esta manera -declaró perentoriamente, abriendo un rápido paréntesis, el Hombre de la Campana-, es de esta manera, me lo dijeron siempre, cómo debe esforzarse uno en capturar los Snarks!
-Pero, oh, radiante sobrino, ¡guárdate del día en que tu Snark sea un Bujum! ¡Porque entonces, dulce y repentinamente, desaparecerás, y nunca, nunca más se te verá otra vez! ¡Y es esto, es esto lo que abruma mi alma cuando pienso en esas últimas palabras de mi tío, y mi corazón no es nada más que una escudilla rebosante de leche cuajada y temblorosa!
-"Es esto, es esto"... ¡Ya conocemos el refrán! -replicó indignado el bravo Hombre de la Campana. Y el otro respondió:
-Déjenme decirlo una vez más. ¡Es esto, es esto lo que temo! Cada noche, en las sombras, entablo con el Snark un extravagante combate de pesadilla; lo sirvo acompañado por legumbres frescas en esas escenas sombrías. ¡Y me sirvo de él también a guisa de yesquero! Pero si alguna vez encuentro un Bujum, ese día, en un instante (de esto estoy seguro), dulce y repentinamente desapareceré, ¡y no puedo soportar esta idea!
Nota: Encontrarse con el Bujum es desaparecer, para siempre... y va en dos sentidos que no tienen que ver con el hecho de volverse invisible, algo bastante dificil de aceptar en definitiva, ademas que el paso de los años y las historias se comprimen o "saltan" /eliminan con la presion de las circunstancias.
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