Reseña: The Lodgers (2017)
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El terror sobrenatural *mainstream* es, con toda seguridad, el más
prolífico de todo el panorama de miedo que nos podemos encontrar hoy en
día, y *The L...
The King of Fighters Movie & Juego Online, Tim Burton Gallery, Eduardo Galeano (eXpresion),
martes, noviembre 03, 2009 - Etiquetas: Cine, eXpresion, Juegos - 0 Comments
KOF The King of Fighters Movie HD & Interview Trailer
King of Fighters Online. trailer & gameplay TGHQ
Tim Burton Gallery, actualizada con motivo de las festividades
http://www.timburton.com/
Bocas del tiempo, Eduardo Galeano.
Dizquedicen que había un vez dos amigos que estaban contemplando un cuadro. La pintura, obra de quién sabe quién, venía de China. Era un campo de flores en tiempo de cosecha.
Uno de los dos amigos, quién sabe qué, tenía la vista clavada en una mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas. Ella llevaba el pelo suelto, llovido sobre los hombros.
Por fin ella le devolvió la mirada, dejó caer su canasta, extendió los brazos y, quién sane cómo, se lo llevó.
Él se dejó ir hacia quién sabe dónde, y con esa mujer pasó las noches y los días, quién sabe cuántos, hasta que un ventarrón lo arrancó de allí y lo devolvió a la sala donde su amigo seguía plantado ante el cuadro.
Tan brevísima había sido aquella eternidad que el amigo ni se había dado cuenta de su ausencia. Y tampoco se había dado cuenta de que esa mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas, llevaba, ahora, el pelo atado a la nuca.
King of Fighters Online. trailer & gameplay TGHQ
Tim Burton Gallery, actualizada con motivo de las festividades
http://www.timburton.com/
Bocas del tiempo, Eduardo Galeano.
Dizquedicen que había un vez dos amigos que estaban contemplando un cuadro. La pintura, obra de quién sabe quién, venía de China. Era un campo de flores en tiempo de cosecha.
Uno de los dos amigos, quién sabe qué, tenía la vista clavada en una mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas. Ella llevaba el pelo suelto, llovido sobre los hombros.
Por fin ella le devolvió la mirada, dejó caer su canasta, extendió los brazos y, quién sane cómo, se lo llevó.
Él se dejó ir hacia quién sabe dónde, y con esa mujer pasó las noches y los días, quién sabe cuántos, hasta que un ventarrón lo arrancó de allí y lo devolvió a la sala donde su amigo seguía plantado ante el cuadro.
Tan brevísima había sido aquella eternidad que el amigo ni se había dado cuenta de su ausencia. Y tampoco se había dado cuenta de que esa mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas, llevaba, ahora, el pelo atado a la nuca.
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