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Tantas veces dejé ir mis energías en la recopilación de diversos momentos, como un método apto para no fiarse de la frágil memoria. Guardé una a una mis intenciones y mis relojes bailando en dirección contraria a la que anuncia el futuro.

Admito que me enamoré, tantas veces y luego abandoné mi nombre a la excusa de sentirme frágil.

Como el gato y la porcelana... comencé a sentir cierto placer por la distancia.Todo hasta que poco a poco los años anteriores se hicieron ver como un gigante que cae rendido a la oportunidad de quedarse quieto, en calma, respirando al ritmo de su melodía preferida y la acuarela que siempre quiso tener a mano para pintar retazos felices en las paredes de su cuarto.

Hoy te encuentro de otra forma... Ya no escribo cartas.