Hemos vuelto, pero no aquí
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Si estás buscando a *Horas de oscuridad*, la encontrarás aquí.
Así es, después de más de trece años, finalmente he decidido trasladar el
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Gracias a Kay - El espejo androgino
miércoles, junio 11, 2008 - Etiquetas: eXpresion - 0 Comments
Hoy bajé al parque y me arranqué, una por una, las pestañas.
Me quiere, no me quiere... como margaritas azules.
Quería hacerlo desde que amaneció de madrugada, en mitad de una pesadilla.
Yo me desperté llorando, y sudaba mucho, porque tú te ibas y yo te seguía de lejos, desde la acera de la izquierda, y tú volvías a tener el pelo largo y la indiferencia.... como pasaporte entre tu barrio y el mío.
Sabía que eras tú y que te perdía. Que la mujer del ropero quería echarme las cartas y que no saldría nada bueno. Y que aún así. Me quedé. Porque si aguantaba allí quizá te acordaras de que yo te quería mucho y te había hecho feliz muchas veces.
Ella me dijo que aquello no saldría bien. Y mientras yo me tragaba el orgullo y veía cómo publicaban en papel re-manchado mi derrota, tú no tenías más ojos que los que le dedicabas a ella.
Y yo que sabía que la chica del gato era mucho mejor... Y que ella sabía leerte los ojos. Y que yo ya no me encontraba en ellos. Y eso me dolía más que el que te hubieras girado para sonreírla.
Porque no estaba en tu iris, no formaba parte de tu vida. Que ya no me querías a mi, y que yo ya no podía hacer nada porque te escurrías entre mis dedos. Que ni siquiera me reconocías. Pero que no me dejabas soltarme.
Bajé la calle escondida, detrás de los árboles. Mientras caminabas y ella te repetía que ya no estabas enamorado y que aquello no era lo mismo. Yo mientras pensaba, respirando fuerte sobre la almohada empapada, que me tragué las palabras, y por digerirlas tan dentro, vertí en sueños mis miedos...
Hoy me senté a esperarte en un banco, junto a la puerta de SIEMPRE.
Siempre supe que te reconocería con uno sólo de mis sentidos.
Entre mil millones de personas.
Con uno sólo de mis sentidos podría saber que estabas.
Por eso decidí esperarte arrancándome una a una las pestañas, para quitarme, con los restos del sueño, todos los que quedaran de pesadilla. Y de camino, reafirmarme en que me quieres, mucho.
Y lo decidí antes de coger la puerta, cuando me viste volverme para ponerme rimmel.
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