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Los padres que nos invitaron a la fiesta de sus chilpayates -en una acción ahorrativa- decidieron festejar al mismo tiempo un bautizo y un cumpleaños, lo que resultó en dos discursos totalmente diferentes, con bolo entre piñatas, payasos reggaetoneros y pinturitas de alienígenas en las paredes.

Desafortunadamente no me tocó nada del bolo y terminé muy decepcionada. Aún no acepto el hecho de que los adultos no deben tirarse cuando avientan dinero gratis o, para el caso, cuando caen los dulces -también gratis- de la piñata. Terminamos hambriados de azúcar y más pobres que como llegamos.

Pintados en las paredes habían unos alienígenas, ya mencionadas, con sus pequeñas navecillas y unos cuantos garabatillos incomprensibles... quizá era su lenguaje o quizá era un mensaje subliminal sobre la invasión que podría suceder y que las películillas nos advierten.

El chiste es que salí sin bolo, sin azúcar y con unos cuantos -eso sí- bocadillos infantiles en la panza. ¿Por qué hacen la comida chiquita e infantil? Es acaso una mala broma? o un ápice de resignación?

Fui por un chocolate.