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Castaway on the moon - Un tazón de fideos y judías negras significan esperanza. 

 De la dirección de Hey-jun Lee (anteriormente desconocido para mí) y de las entrañas creadoras de Corea del Sur llega Gim-ssi-pyo-ryoo-gi (AKA Castaway on the moon - 2009) a nuestras reseñas de cine. Lo extraordinario de una persona singular solo puede ser valorado por alguien igual de extraordinario o singular, de esta forma puedo resumir un argumento que nos muestra un intento de suicidio fallido que lleva al protagonista a la adaptación a la vida salvaje en una isla en medio de la civilización, un aislamiento aceptado y la forma en que dos personajes/soledades similares se encuentran (por llamarlo de alguna manera) en el momento correcto. 

 Una cinta con variadas pinceladas de comedia y antes que atribuirle un rasgo eminentemente romántico la catalogaría de carácter muy humano, un drama en toda su extensión que se convierte en algo íntimo y personal. Lo esencial en toda soledad es saber que alguien nos extraña, es tener una razón para no sucumbir ante ella y en ocasiones es necesario romper con las formas tradicionales de comunicación para contactarnos con alguien a un nivel elemental, básico y sin pretensiones. El desarrollo de esta historia nos da cuenta de ello. Las actuaciones de Min-heui Hong y So-yeon Jang son tan buenas que la barrera de idioma occidental queda en el rezago frente al disfrute audiovisual, una producción relativamente modesta que no involucra excesos y que desarrolla la mayor parte de la historia en una isla desierta y una habitación oscura y atiborrada de basura. El discurso audiovisual recurre a una fotografía propia de los escenarios descritos y una serie de transiciones entre tomas que no deja huecos en el ámbito narrativo, curiosamente el soundtrack es bastante discreto y sobresale más en los momentos chuscos de la historia que en los realmente melancólicos, sin embargo esta no es una característica negativa sino todo lo contrario. 

 Fuera de los aspectos técnicos encontraremos una historia fuerte en tanto sea contextualizada en términos de la crisis personal, antes de poner el lente analítico al desarrollo de la historia deberíamos hacer el ejercicio de poner el lente de la total frustración, de esa necesidad de alejarse de todo y de todos pero sin perder nunca la esperanza de que algo en algún momento cambie. Podemos pasar totalmente desapercibidos en el cotidiano y ser absorbidos por el ajetreo de la civilización hasta que alguien se da cuenta de que a pesar de las diferencias podemos compartir lo más esencial.

 Recomendada para verse en familia o incluso con un grupo de amigos, pero creo que infinitamente más recomendada para verse a solas, no es esta una profunda reflexión que vaya a cambiar nuestra vida y sin embargo insisto en el carácter personal de la idea central, asumir la soledad es tener la esperanza de poder extrañar y no hay mejor significante de la soledad que la melancólica luna.