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“Hay que venir llorado” así iniciaba su valiosa participación Lázaro Rodríguez Oliva, cubano experto en políticas culturales en Paralelo 9X sede Aguascalientes, llevado a cabo el pasado 1 y 2 de agosto en las instalaciones de la Universidad Cuauhtémoc. Evento que reunió a emprendedores culturales y funcionarios del mismo rubro pertenecientes a 8 estados de la zona centro-oeste del país. ¿El motivo de tan peculiar convergencia? Paralelo 9MX es el primer proyecto en México apoyado por la UNESCO a través del Fondo de la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales para fortalecer el papel de las Industrias Culturales en México. Nombre muy grande y complicado el anterior, como es su objetivo y como lo es reflexionar, unificar y (vergonzosamente dejado al final) concientizar sobre cultura y sus rizomas actuales.

     No pretendo generalizar sobre los alcances del evento dado que sólo tengo la parte empírica de los emprendedores culturales y no la que compete a funcionarios (los asistentes nos dividimos en dos grupos, como corresponde), además tengo la firme creencia de que al tiempo se verán resultados inesperados y de distintas magnitudes, recién me entero por ejemplo; de que en Jalisco se acaba de crear el pasado 27 de julio, la Dirección de Industrias Culturales y Artísticas, y Paralelo 9X forma parte de dicho proyecto. Por esto considero difícil resumir los alcances de esta iniciativa, sería prematuro hacer tal cosa, no por imposibilidad de concluir sobre un foro de dos días, sino que aún no identifico ni siquiera el completo impacto que en mí mismo ha tenido, como para pensar en que algo que implica a tantas personas y formas de pensar la cultura sea algo cerrado. Y precisamente sobre esto último me interesa hablar.

     Trabajar el concepto de cultura desde la firme creencia de que es algo cerrado es desde toda perspectiva necio y absurdo, todos nos podemos vanagloriar de asumir que la cultura es mutable y que obedece a una lógica infinita de construcción y deconstrucción. Es precisamente este el problema, damos por sentado que es algo cambiante y no nos detenemos (o lo hacemos pocas ocasiones y en pocos círculos reflexivos) a intentar asirla, a pretender conceptualizarla al menos desde el periodo histórico que vivimos. Lo anterior parece un malestar generalizado, en la postura de los funcionarios públicos, de los mismos “productores” de cultura (término asociado errónea y casi exclusivamente a los artistas), e incluso en el ámbito académico de variadas disciplinas que “generan” conocimiento al margen de su contexto cultural.

     Nadie vino llorado querido Lázaro, porqué nadie entiende las relaciones y vínculos que, si bien no determinan, vaya que influyen en su condición cultural particular. Todos lloran por la ineficiencia (mas no inexistencia implícita) de una política cultural, o acaso debería decir, de una “cultura de la política cultural”, todos lloramos lo que está mal, nos quejamos de las limitaciones y de manera necia y cerrada asumimos que somos expertos en pensar, promover y producir la cultura contra la mar de la burocracia y la injusticia. Algunos incluso confundimos hacer arte con sostener la única y sublime posibilidad cultural. Nada más absurdo y excluyente, pero de la misma manera, nada más real y adecuado cuando en eventos como este nos reunimos para hacer como hizo Niurka Marcos, hablar de “Mi veldá”, mi ceguera y apatía para salir de mi mismo, alimentando a Zombie Freud con su propuesta endógena y devolviéndonos a la modernidad histórica, décadas atrás.

     Cometí un error y queda como antecedente, dije en un principio que no iba a generalizar, ya lo hice, seguramente no todos los asistentes carecen de esta consciencia del otro, de esta visión amplia y necesaria para proponer formas de estudiar y trabajar la cultura, seguramente varios de los asistentes saben que en nuestro país más del 80% de las personas que se dedican de manera formal a la producción de arte no viven de ella, saben también que la segunda derrama económica de exportación más fuerte en Estados Unidos es la industria cultural, o que las industrias culturales constituyen el 3.4% del P.I.B. mundial y que su crecimiento anual es del 7% en países como China, saben que es una tendencia actual de las economías emergentes invertir en cultura para derivar beneficios no sólo económicos sino sociales importantes. Seguramente y para concluir con esta idea, muchos de los asistentes a Paralelo 9X en esta sede o en cualquiera de las otras a nivel nacional, está más ocupados en propiciar el cambio de paradigma cultural que en quejarse de lo que no se les da para ello.

     El asunto es que, como bien dijo Lázaro, no evaluamos estos procesos, ni los compartimos, estamos muy cómodos en nuestra condición de culturetas, nos distingue de los demás, nos vuelve interesantes en las charlas de café, nos da poder en nuestro entorno inmediato, pero nunca el suficiente para lograr grandes cambios, eso implica responsabilidad, de esa que Peter Parker adquirió como Spiderman, implica trabajo, mucho trabajo y frustración (elemento indispensable cuando de cambios importantes se trata), el cambio entonces, sólo sucederá cuando se unifiquen los pequeños poderes que todos tenemos (sean súper poderes o no), sea que “hagamos cultura” formalmente o no.